lunes, 21 de abril de 2008

Malestar en el ámbito escolar

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En la segunda clase de un curso que estoy realizando la profesora Perla Zelmanovich pregunta:
¿Por qué nos sentimos tan desprovistos para hacerle frente a las situaciones educativas para las que se supone deberíamos estar preparados?. Más precisamente, se vincula a un aspecto del “no estar preparados”, que atañe a las dificultades que se producen cuando nos vemos enfrentados a situaciones en las que es necesario compatibilizar el “para todos” que se juega a la hora de trabajar con grupos de alumnos, con el “uno por uno”, que se impone a la hora de atender situaciones de niños que no ingresan en los ritmos, los tiempos, las modalidades, las propuestas y el lazo social que se despliegan en el grupo. Zelmanovich, lo ilustra con el siguiente comentario de un docente:

“No me puedo ocupar de Juancito que no atiende, que no entiende, que se escapa, que hace siempre lo que quiere, porque tengo todo un grupo del cual ocuparme y que no puedo desatender. Eso sería injusto para el resto”.

Partimos de la premisa de que este ejemplo, no nos habla sólo de Juancito, sigue meditando la profesora, también nos puede hablar de los rasgos de la cultura que se ponen en juego en una institución para la producción de Juancito como lo extranjero. Nos habla de las expectativas, de los ideales sociales y educativos en los que se produce la operación inconsciente, que ubica de tal o cual manera lo extraño, lo diferente que “no encaja”.

Las consecuencias que tiene esta hipótesis para una clínica socioeducativa es estar advertidos de que en el campo de la educación, en particular de la educación escolarizada, al estar trabajando sobre construcciones producidas bajo el paradigma de la racionalidad moderna, el elemento excluido (que varía según los contextos) está en relación al sujeto universal que construye el discurso de la educación.

Finalmente, la profesora agrega: Este modo de pensar permite ubicar los efectos y eficacias de las paradojas y contradicciones de la llamada escuela de la modernidad, cuya universalidad, o cuyo sujeto universal, se fundaría según esta hipótesis, bajo la condición de existencia de un sujeto excluido.

Ahora bien: desarrollaré con más detalle en la próxima entrada mi propia hipótesis que gira en torno a que si habría que ubicar un sujeto excluído, esa figura es el docente. Desarrollaré mi pregunta acerca de si existe un sujeto universal, en tanto cada vez con más fuerza se impone el relativismo, particular, singular, parcial.

Las reflexiones del siglo XX están marcadas por la captura de un destello: lo que puede poseerse solamente a condición de perderse.El concepto de subjetividad es deudor del concepto de representación, allí donde hay representación hay ausencia, y donde hay presentación y representación hay división, y esto resiste a que se hable totalmente a su respecto, pero no pierde por ello su capacidad de ser inteligible. No hay verdad sobre lo verdadero. Sí hay inmanencia paradójica.

Subjetividad (en esta época) es una configuración local, singular, donde se sostiene una verdad. Una subjetividad designa un múltiple en una determinada situación; es una multiplicidad donde se conforma una verdad rara. La subjetividad es constitucionalmente singular.Produce un efecto de verdad, ya que de lo azaroso que no es arbitrario hay una inteligibilidad posible.


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